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Economía Secular


Economía Secular – Introducción
Cuando se trata de economía secular, los humanistas seculares no concuerdan acerca del sistema económico ideal, aunque la mayoría apoya al socialismo de una forma u otra. Robert Schaeffer escribe: "Muchos humanistas ven al socialismo como un elemento esencial del humanismo. Ciertamente, hubo un tiempo en que la mayoría de los humanistas creyeron esto."1 Algunos ex-socialistas, sin embargo, se han dado cuenta de su falta de sentido práctico. Paul Kurtz ha cambiado del socialismo a la libre empresa. Sidney Hook, un socialista de toda la vida, ahora reconoce: "Yo ya no creo que el problema principal de nuestro tiempo sea la elección entre el capitalismo y el socialismo, sino la defensa y el enriquecimiento de una sociedad libre y abierta contra el totalitarismo."2

No obstante, los humanistas seculares generalmente adoptan alguna forma de socialismo, porque creen en la bondad inherente de la humanidad y en la capacidad humana de vencer el mal—teóricamente la única cosa que le impide a una economía socialista tener éxito. Erich Fromm declara: "A nosotros los socialistas no nos avergüenza confesar que tenemos una profunda fe en el hombre, y en una visión de una nueva forma humana de sociedad."3


Economía Secular – Socialismo e Intervencionismo
Aunque muchos humanistas quizás disientan de esta descripción de la economía secular, el Manifiesto Humanista I (1933) y el Manifiesto Humanista II (1973) exigen una redistribución socialista de la riqueza.4 Muchos de los primeros humanistas en los Estados Unidos proclaman abiertamente la necesidad de un socialismo. Corliss Lamont defendió el socialismo por más de medio siglo: "Me convertí en un creyente convencido del socialismo como la mejor salida para América y el mundo . . . alrededor de 1931 o 1932."5 John Dewey, un ex-líder de la Liga Socialista para la Democracia Industrial, también creía que el socialismo era el mejor sistema económico. Él afirma que el "control social de las fuerzas económicas es . . . necesario si ha de realizarse algo que se asemeje a la igualdad económica."6 La cosmovisión de Dewey coincide con la de Carlos Marx en la creencia de que debemos adoptar el socialismo para ser verdaderamente libres.

Erich Fromm también apoyó el socialismo: "Nosotros no estamos forzados a escoger entre un sistema administrativo de libre empresa y un sistema administrativo comunista. Hay una tercera solución, la del socialismo democrático y humanístico que, basado en los principios originales del socialismo, ofrece la visión de una nueva sociedad verdaderamente humana".7

Por otro lado, John Kenneth Galbraith, un ex-Humanista del Año, apoya sólo a un socialismo limitado, diciendo: "En una economía inteligentemente plural, un cierto número de industrias debe ser de propiedad pública."8 Como autor del Manifiesto Humanista 2000, Paul Kurtz exige una economía de libre mercado, aunque no le da un respaldo categórico al capitalismo.9


Economía Secular – Socialismo Limitado, Capitalismo Ilustrado
Una razón dada para que la economía secular abandone la noción del socialismo es que nunca ha funcionado donde ha sido puesta en práctica. Robert Sheaffer dice: “Ninguna persona intelectualmente honesta puede negar hoy que la historia del socialismo es un triste cuento de fracasos y crímenes en contra de la humanidad."10 Ya que los humanistas son también pragmáticos, prefieren un sistema económico que sirva verdaderamente a las personas. Marvin Zimmerman escribe: "Yo sostengo que la evidencia apoya la visión de que el capitalismo democrático es más productivo del bienestar humano que el socialismo democrático."11

Los humanistas seculares, ya sea que se inclinen hacia el capitalismo o hacia el socialismo, favorecen algún grado de intervención del gobierno en la economía en la forma de una redistribución de la riqueza. El intervencionismo expresa la creencia de que el Estado tiene la responsabilidad de manejar y dirigir algunos aspectos de la economía a fin de mantener ciertos valores morales.


Economía Secular – Conclusión
Un sistema socialista de economía secular es consecuente con la cosmovisión humanista secular. Aunque algunos apoyan una economía de libre mercado, muchos de los que moldearon el pensamiento humanista secular en el último siglo eran socialistas.

Si negamos nuestra naturaleza pecadora, algún tipo de socialismo se convierte en el sistema económico más atractivo para crear un cielo en la tierra. Si el pecado original no existe, entonces una comunidad de cooperación mutua y el compartir el trabajo y la riqueza se convierten en una posibilidad. El socialismo, o algún grado de intervencionismo, se convierte en el sistema económico más apropiado para promover la ética del humanismo secular y rectificar los males del capitalismo.

Durante el siglo pasado, el socialismo ha sido instituido en la antigua Unión Soviética, China, Cuba, Corea del Norte, y en un número de otros países latinoamericanos, sudamericanos y africanos. El socialismo ha fracasado en todos los casos en cambiar la naturaleza humana para mejor. Aún así, debido a un compromiso con la evolución, los humanistas seculares creen que el socialismo forma parte del próximo paso en el avance de la humanidad. Muchos creen que el cambio al socialismo en los Estados Unidos es inevitable. Dewey predice: "Estamos listos para alguna clase de socialismo, llamémoslo por cualquier nombre que nos guste, y sin importar cómo será llamado cuando lo reconozcamos."12

Nada ilustra mejor la predicción de Dewey que una lectura cuidadosa del Fascismo Liberal de Jonah Goldberg: La Historia Secreta de la Izquierda Americana desde Mussolini hasta la Política de Significado. La expresión "política de significado" se refiere a que "todas las instituciones de la sociedad [la familia, la escuela, la iglesia, el lugar de trabajo] están ligadas al Estado." Ciertamente, como dice Goldberg: "La política de significado es, en última instancia, una doctrina teocrática, porque procura contestar las preguntas fundamentales acerca de la existencia, alega que ellas sólo pueden ser contestadas colectivamente, e insiste en que el Estado ponga en práctica esas respuestas."13

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Notas:
Presentado con autorización del libro:Understanding the Times: The Collision of Today’s Competing Worldviews(Rev. 2nd ed), David Noebel, Summit Press, 2006. Cortesía de John Stonestreet, David Noebel, y del Christian Worldview Ministry en Summit Ministries. Todos los derechos reservados en el original.

1 Robert Scheaffer, “Socialism is Incompatible with Humanism,” Free Inquiry (Otoño de 1989): 19.
2 Sidney Hook, Out of Step (New York, NY: Harper and Row, 1987), 600–1.
3 Erich Fromm, On Disobedience and Other Essays (New York, NY: Seabury Press, 1981), 90.
4 ¡A los socialistas les encanta distribuir la riqueza que ellos no han creado! Ver el libro de Igor Shafarevich, The Socialist Phenomenon (New York, NY: Harper and Row, 1980); Ludwig von Mises, Socialism (Indianapolis, IN: Liberty Classics, 1981); Tom Bethell, The Noblest Triumph: Property and Prosperity Through the Ages (New York, NY: St. Martin Press, 1998); Joshua Muravchik, Heaven on Earth: The Rise and Fall of Socialism (San Francisco, CA: Encounter Books, 2002).
5 Corliss Lamont, Voice in the Wilderness (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1975), 1.
6 John Dewey, Liberalism and Social Action (New York, NY: G.P. Putnam’s Sons, 1935), 356–7.
7 Fromm, On Disobedience and Other Essays, 74.
8 John Kenneth Galbraith, Economics, Peace and Laughter (Boston, MA: Houghton Mifflin, 1971), 101.
9 De hecho, Kurtz no menciona la palabra capitalismo. Desde que Carlos Marx volvió la palabra una expresión "prohibida", los liberales como Kurtz la evitan. Ver el libro de Paul Kurtz, El Manifiesto Humanista 2000: A Call for a New Planetary Humanism (Amherst, NY: Prometheus Books, 2000), 60.
10 Scheaffer, “Socialism is Incompatible with Humanism,” 19.
11 Paul Kurtz, ed., Sidney Hook: Philosopher of Democracy and Humanism (Buffalo, NY: Prometheus Books, 1983), 80.
12 John Dewey, Individualism, Old and New (Amherst, NY: Prometheus Books, 1999), 119.
13 Jonah Goldberg, Fascismo Liberal: La Historia Secreta de la Izquierda Americana desde Mussolini hasta la Política de Significado (Nueva York, NY: Doubleday, 2007), 336.



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